domingo, 10 de abril de 2011

Genio.

"Puedes pedir tres deseos" me dijo aquel genio. Había encontrado una lámpara curiosa, curiosa y vieja, y por curiosidad soplé aquel polvo que la cubría, soplé y froté. Me quede quieta unos instantes, observando el tiempo pasar entre mis dedos, pero no solo notaron los segundos que escapaban, también sentí un rumor que me envolvía. Un rumor que me acariciaba las manos, los brazos, la cara, las orejas, el ombligo y los labios. Una brisa que olía a hierba fresca, a flores recién cortadas, a libro viejo, a tinta china y a beso suave. Y fue en aquel momento tan maravilloso cuando apareció el genio. No reparé en su presencia, he de admitirlo, fue su voz la que me despertó del sueño en el que se había convertido mi vida.
-Puedes pedir tres deseos - dijo.
-¿Para qué? - pregunté.
- Para conseguir lo que quieres, aquello con lo que siempre has soñado.
Recordé la brisa que perfumaba el aire segundos antes, pensé en mi vida, en todo lo que tenía y lo que deseaba. ¿Qué puedo pedir? ¿Dinero? No se me ocurría nada que hacer con él... ¿Salud? La vida no es algo que quiera alargar sin razón alguna... ¿Amor? No... aquel genio no podía proporcionarme más felicidad de la que ya tenía...
- Guárdalos - dije entonces - guárdalos para alguien que no se sienta feliz.
Y me fui por donde había venido, tarareando una canción que había escuchado aquella mañana. Riéndome de todo y de nada. Rodeada de mil mariposas que me acompañaban...